La casa rosa es el pequeño edificio construido en el siglo XIX frente al cual todos los turistas (a veces incluso parisinos) se detienen para tomar fotos en Montmartre. Pues esta casa tiene historia y no es un restaurante como cualquier otro: ¡te lo contamos todo!
La casa rosada fue construida en el siglo XIX. En aquella época todavía no era de este color y destacaba un poco entre todos los molinos de viento y casas de campo. Fue a principios del siglo XX cuando Laure Germaine Gargallo compró la casa para convertirla en restaurante. Muy rápidamente, los artistas de Montmartre frecuentaron el lugar: se enamoraron del restaurante, pero algunos también se enamoraron de la bella Laure.
Es el caso del pintor Casagemas que, presa de una gran ira, dispara a Laure, que falla. En ese momento, creyendo que lo había matado, se pegó un tiro. Según los historiadores del arte, el suicidio de Casagemas es uno de los hechos que iniciaron la época azul de Picasso, que era su amigo.
Laure se casó con Ramon Pichot, un pintor catalán bastante conocido en la época: fue mentor de Salvador Dalí y viajó entre Francia y España. Se dice que fue mientras acompañaba a su marido a España que Laure se enamoró de las fachadas coloridas y fue al regresar de uno de los viajes que decidió volver a pintar de rosa la fachada de su pequeño restaurante. El restaurante se convirtió entonces en un lugar de inspiración para los artistas de Montmartre: Picasso, Braque, Cézanne y Apollinaire pasaron mucho tiempo allí. La casa se hizo eminentemente conocida gracias al cuadro de Maurice Utrillo y muchos otros.
Tras la muerte de Laure Germain Gargallo, la casa fue comprada por otra familia que conservó este restaurante hasta la muerte de Béatrice, la directora. Pero la nieta de Béatrice reabrió el restaurante en 2018. ¡Hoy sigue siendo un restaurante con encanto en el corazón de Montmartre!
Situada en el corazón de la Île de la Cité, no lejos de Notre-Dame, la Sainte-Chapelle de París debe estar en su agenda de visita cultural durante una estancia en la capital.
¿Te imaginas un lugar en el que la realeza pudiera escapar del protocolo y vivir una vida más sencilla y relajada? Ese lugar existe y se encuentra en Versalles. Se trata del Pequeño Trianón, un palacete que Luis XVI regaló a su esposa María Antonieta y que se convirtió en su refugio favorito.
